Para muchas personas, la ignorancia respecto a cómo funcionan estos sitios es enorme.
En el mundo motelero, tu billetera determina la calidad del servicio que querés y lo que podés encontrar.
A continuación un par de datos acerca de las visitas a estos lugares.
Se va a lo que se va: cuando se va a un motel la persona sabe a qué va.
El volumen no tiene límites: tanto al de la música que uno puede poner como a lo que la pareja quiera gritar. Todo el mundo puede hacer el ruido que quiera.
Limpieza garantizada: en los moteles las medidas sanitarias son extremas. Todo es esterilizado además de contar con rotación inmediata de sábanas, toallas, etc., así nada haya sido utilizado.
“Juguetes”: muchos de estos sitios cuentan con una serie de elementos diseñados única y exclusivamente para el sexo. Sillas ergonómicas, sistemas de audio, saunas, jacuzzi, etc.
Privacidad: A menos de que te encontrés con alguien conocido a la entrada, no hay ningún problema cuando vas a un motel.
Comodidad: esta varía dependiendo del presupuesto.
Romper con la monotonía: para muchas parejas, ir a un motel es una oportunidad única para romper con la monotonía a la hora de tener relaciones y así mantener las ganas como si fuera la primera vez y no caer en la eterna rutina.
¿Alguna opinión sobre tu experiencia al moteliar?